La indulgencia es “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (CIC 1471).

Para obtener una explicación completa de esta definición, visite madisondiocese.org/indulgencias

Además de realizar las obras prescritas (en este caso, las obras relacionadas con el Jubileo de 2025), para obtener la indulgencia plenaria se deben cumplir las siguientes condiciones:

1. Desapegarse de todo pecado, incluso el pecado venial (Si el desapego es imperfecto, se concede una indulgencia parcial) 
2. Recibir la Sagrada Comunión (idealmente el día que se hace la obra jubilar, pero 20 días antes o después es suficiente) 
3. Ir a confesarse (de nuevo, idealmente el día que se hace la obra jubilar, pero dentro de 20 días es suficiente) 
4. Orar por las intenciones del Papa (normalmente con un Padrenuestro y un Avemaría)

Aunque existen oportunidades para obtener la indulgencia jubilar en todo el mundo, la Diócesis de Madison ofrece las siguientes opciones locales para la obra prescrita:

1. LA PEREGRINACIÓN: Haga una peregrinación a cualquiera de nuestros seis lugares diocesanos del Jubileo y, mientras esté allí, participe en una de los siguientes: la Santa Misa, la Liturgia de las Horas (Oficio de Lecturas, Oración de la mañana u Oración de la tarde), el Vía Crucis, el Rosario o un servicio de penitencia comunitario con confesión individual.
   
   
2. LA VISITA PIADOSA: Haga una visita piadosa a cualquiera de nuestros seis lugares diocesanos del Jubileo y, mientras esté allí, participe en la Adoración Eucarística o en una meditación de oración durante un tiempo adecuado, terminando con un Padrenuestro, el Credo y cualquier oración a María.
   
   
3. LA PEREGRINACIÓN ESPIRITUAL: Si no puede viajar a uno de los lugares del Jubileo por razones graves (enfermedad, edad, encarcelamiento, clausura, cuida de alguien, etc.), usted puede obtener la indulgencia haciendo una “peregrinación espiritual”, uniendo sus oraciones e intenciones a las de los participantes en las peregrinaciones y rezando un Padrenuestro y un Credo.
   
   
4. LAS OBRAS DE MISERICORDIA O PENITENCIA: Participe en cualquiera de las siguientes obras de misericordia o penitencia: participar en una misión, ejercicio espiritual o actividad de formación similar relacionada con los documentos del Vaticano II o el Catecismo; realizar un acto de caridad en favor de las almas del purgatorio; visitar a los enfermos, encarcelados, ancianos o discapacitados; ayunar de distracciones innecesarias o consumo innecesario un día a la semana; dar a los pobres; participar en iniciativas de caridad y justicia.

La indulgencia jubilar se puede conceder entre el 29 de diciembre de 2024 y el 6 de enero de 2026. La indulgencia se puede aplicar a uno mismo o a una persona fallecida, pero no se puede aplicar a otra persona viva.

La práctica del año jubilar tiene raíces antiguas en la tradición judía y se puede encontrar evidencia de esto en el Antiguo Testamento. El Jubileo se convocaba cada 50 años y era un momento para el perdón y un recordatorio de la providencia y la misericordia de Dios.  

La dedicación de un año a este enfoque proporcionaba a la comunidad un tiempo para volver a una relación correcta entre uno mismo y Dios. A medida que la práctica del año jubilar se adoptó en la Iglesia, estos temas de misericordia, perdón y solidaridad continuaron. Los años jubilares celebrados en la Iglesia Católica se centran en temas específicos destinados a acercar a las personas al Señor y generar una renovación de la fe y el perdón en el mundo. 

​El logo muestra cuatro figuras estilizadas, que representan a toda la humanidad, procedentes de los cuatro puntos cardinales de la tierra, que se abrazan para indicar la solidaridad y fraternidad que debe unir a todos los pueblos. La figura del frente sostiene la cruz. No es solo el signo de la fe que abraza esta figura principal, sino también de la esperanza, que nunca se puede abandonar, porque siempre tenemos necesidad de esperanza, especialmente en los momentos de mayor necesidad. 
 
Las olas agitadas debajo de las figuras simbolizan el hecho de que la peregrinación de la vida no siempre transcurre tranquilamente en aguas tranquilas. A menudo, las circunstancias de la vida cotidiana y los acontecimientos del mundo exterior requieren una mayor llamada a la esperanza. Es por eso que debemos prestar especial atención a la parte inferior de la cruz, que se ha alargado y se ha transformado en la forma de un ancla que se deja caer en las olas. El ancla es bien conocido como un símbolo de esperanza. 
 
Vale la pena señalar que la imagen ilustra la jornada del peregrino no como una empresa individual, sino más bien como algo comunitario, marcado por un dinamismo creciente que nos lleva cada vez más cerca de la cruz. La cruz del logo no es estática, sino dinámica. Se inclina hacia la humanidad, no la deja sola, sino que se extiende hacia ella para ofrecerle la certeza de su presencia y la seguridad de la esperanza.